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Piedras vivientes.



A veces, mirando algunas esculturas no nos damos cuenta de inmediato que se trata de piedra fría y sin alma, pero parecen organismos que viven en el tiempo. Parecen a punto de mover las pestañas, o sus comisuras de los labios volverse en una sonrisa... una gran ilusión.
Sólo podemos ver la maravillosa habilidad del escultor plasmando en la piedra los detalles más pequeños, y agregarles un sopló vida.