Paqui Caro, desde muy temprana edad muestra un gran interés por el dibujo, el cual lleva a cabo a través de piezas sencillas y concisas realizadas a lápiz o tiza. Temas en los que a menudo predomina la figura y el retrato abundan en su obra primigenia, que más tarde evolucionaría de forma autodidacta y experimental, sustituyendo el lápiz por el óleo. Este primer acercamiento se traduce en una dinámica exploración del color y sus propiedades, del cuerpo humano, los volúmenes y las expresiones del rostro en un estilo cercano al realismo, con matices musicales y tímidamente expresionistas. Participará en varias exposiciones colectivas a nivel local, y en 1981 es seleccionada en la Segunda Bienal de Pintura de Villarrobledo con su insólito Kamara .