Paul Cézanne fue un pintor francés postimpresionista, considerado el padre de la pintura moderna, cuyas obras establecieron las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica.
Llevó a cabo su actividad pictórica en una reclusión casi total, acentuada por la ruptura con su antiguo amigo Zola a raíz de la publicación de La obra, en la que Cézanne creyó reconocerse en el personaje de Lantier, un pintor fracasado. En 1886 murió su padre y Cézanne abandonó a Hortense, su esposa desde 1884, y a su hijo en París, pasando a instalarse en Aix, donde pintaría la serie de cuadros de la montaña de Sainte-Victoire. Cézanne continuó con su actividad prácticamente en el anonimato, hasta que en 1895 el marchante Ambroise Vollard organizó, con el apoyo de Pissarro, Renoir y Monet, una exposición sobre su obra que fue bien recibida por la crítica, lo que le abrió las puertas del Salón de los Independientes cuatro años más tarde.