Gian Lorenzo Bernini, 1620.



Aprendió los rudimentos de la escultura en el taller de su padre, Pietro (1562-1629), un escultor manierista de cierto relieve. Fue también su padre quien lo puso en contacto con algunos de los mecenas más importantes de su tiempo, lo que le permitió manifestar su talento de una forma bastante precoz. En sus obras más tempranas (Eneas, Anquises y Ascanio, El rapto de Proserpina) resultan ya evidentes la ruptura con el manierismo tardío y una concepción radicalmente distinta de la escultura; el intenso dramatismo, la grandiosidad y la búsqueda de efectos escenográficos están ya presentes en estas primeras creaciones.

En 1629, Bernini fue nombrado arquitecto de la basílica de San Pedro por el papa Urbano VIII. Desde entonces hasta su muerte trabajó ininterrumpidamente para los sumos pontífices, salvo un cierto paréntesis durante el pontificado de Inocencio X, quien prefirió a otros artistas y le encargó pocas obras. De sus realizaciones para San Pedro destacan el gran baldaquino sobre el altar mayor y el grupo escultórico de los Padres de la Iglesia que, observado a través de las columnas del baldaquino, ofrece efectos de una gran fuerza teatral, tal como pretendía el artífice.

Su mejor aportación a la basílica de San Pedro fue, sin embargo, la columnata que rodea la plaza, justo delante del templo, que le ha valido elogios continuos por su armonía y sus efectos escenográficos. Esta columnata representó una gran novedad, no sólo por sus dimensiones, sino sobre todo por su disposición elíptica, una forma muy cara a los arquitectos barrocos, inclinados a conferir a todas sus obras efectos de movimiento. Las monumentales estatuas que la rematan en su parte superior dotan al conjunto de un aire todavía más majestuoso y solemne si cabe.



El rapto de Proserpina es un escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1622 perteneciente, por lo tanto, al Barroco.
Es una gran estatua de mármol, perteneciente a un grupo escultórico ejecutado por el artista. Representa a Proserpina (Perséfone en la mitología griega) siendo raptada por Plutón (Hades en la mitología griega), soberano de los infiernos.
La posición, un contraposto retorcido, es una reminiscencia del Manierismo, y permite una observación simultánea del rapto (según se mira desde la izquierda) con Plutón tratando de mantener a Proserpina sujeta; de la llegada al Hades (mirando de frente, parece llevar en brazos a su víctima); y de la petición de Proserpina a su madre de regresar durante seis meses a la Tierra (si contemplamos desde la derecha, con las lágrimas de la mujer, el viento sobre su pelo y el Can Cerbero ladrando).
Es notable la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón estirando su piel, y los dedos de este aprietan cruelmente la carne de Proserpina tratando de inmovilizarla.








Un David a tamaño real (170 cm) que muestra el momento justo en el que lanza la piedra a Goliat con su honda. Los otros celebres Davides, el de Miguel Ángel y el de Donatello, representarían el momento anterior y posterior al lanzamiento, respectivamente.

La escultura rezuma movimiento y emoción. Después de todo era el Barroco…
Nótese sobre todo en la tensión de la cara, con el joven futuro rey/poeta mordiéndose el labio.
El escultor tenía 25 años cuando hizo la pieza.

Con 25 años, Bernini realizó esta escultura a tamaño real.






Bernini creó uno de los grupos escultóricos más espectaculares del barroco, este éxtasis de Santa Teresa que muestra el momento en el que Santa Teresa de Ávila recibe el don místico de la transverberación (tal como describe en su Libro de la Vida).
La transverberación viene a ser una «unión íntima» con el mismísimo Dios y por lo tanto es más que un orgasmo, es como sentir «traspasado el corazón por un fuego sobrenatural».
Y como buen barroco, Bernini no escatimó en intensidad dramática y fuerza dinámica, además -por supuesto- de su habitual y exquisito tratamiento del mármol.
Para empezar, esto no es una escultura. El «éxtasis» une arquitectura, escultura y pintura, para que el espectador se quede ojiplático al ver tamaña obra maestra.
Al entrar en la capilla vemos una explosión de color,donde el artista deja entrar una luz filtrada a través de una ventana y coloca unos rayos de sol de bronce Ideal para ilustrar las palabras de la Santa, que cuenta como un ángel le atraviesa su corazón con un dardo de oro.





La escultura representa a Hermafrodito, hijo de Hermes y Afrodita, y que cuenta con los genitales de varón y hembra. Esto se debe a que un buen día el dios se bañó en el estanque de Salmacis, una ninfa calentorra que se enamoró de él y se pegó a Hermafrodito como una lapa, suplicando a los dioses que jamás lo separaran del joven. Sus deseos se convirtieron en realidad y ambos cuerpos se fundieron en uno.


La obra es una estatua romana del siglo II d. C. (copia de un original del escultor Policles) que fue descubierta en Roma en la época de Bernini. Y fue este artista, bajo el mecenazgo del Cardenal Borghese (60 escudos cobró el joven escultor), el que creó un colchón para que el dios/diosa descansara para la eternidad.

El colchón es de tal calidad y realismo que el mármol parece acolchado de verdad. Bernini era un veinteañero, pero ya demostró a todos su prometedor futuro como escultor.







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