El artista Viktor Shvaiko nació en agosto de 1965 en los Urales. A los 12 años ingresó en una escuela de arte y luego estudió en una escuela especializada para artistas. Cuando Viktor tenía 17 años, sus padres y hermanas se mudaron de Barnaul a Mukachevo. Y Víctor se quedó, quería terminar la escuela.
El futuro artista tuvo que pasar la noche en la escuela y esconder todas sus pertenencias debajo de los bancos del aula. Luego estaba el ejército. Después de la desmovilización, Víctor llegó a Mukachevo para visitar a sus padres. No había nada que hacer y se fue a dedo a Irkutsk. ¿Por qué escribo sobre este viaje? En el camino, como dijo el propio Víctor, sucedió un milagro: cuando ya había decidido regresar sin alcanzar su objetivo (se quedó sin comida y dinero), accidentalmente encontró 100 rublos en la parada del autobús. En 1987, esta es una cantidad de dinero muy decente.
En 1988, Víctor trabaja en Kiev y conoce a su futura esposa Valentina. Fue Valentina quien lo convenció de que debía ser artista. La joven pareja viaja a Yugoslavia para trasladarse a Italia. El artista se preparó para este viaje más a fondo que para el viaje a Irkutsk: durante todo un año pintó y vendió pinturas, ahorró dinero, preparó varios lienzos para pintar en Yugoslavia, vender y recibir fondos para vivir en Italia.
Pero en Yugoslavia le esperaba un fracaso: había una situación militar en el país y la gente gastaba dinero en pan, no en pinturas.
Los lienzos tenían que ser enterrados en las montañas y era ilegal cruzar la frontera. El viaje fue largo y peligroso, pero el artista tuvo suerte y terminó en Italia. Italia lo impresionó con su belleza, pero a Víctor solo le quedaban 5 dólares en el bolsillo. Se refugió en una familia de inmigrantes de la URSS. Para trabajar había que comprar lienzos, pinceles, etc. Y luego volvió a ocurrir un milagro: paseando por Roma, encontró 60 dólares.
A partir de ese momento, el artista pinta a diario en las calles de Roma. También vendí mis cuadros allí. Ese trabajo generaba entre 10 y 40 dólares diarios. Algún tiempo después, las ganancias comenzaron a crecer: aparecieron clientes habituales y pedidos.