El pintor italiano Andrea Pozzo autor del tratado sobre la teoría de la perspectiva.
El pintor italiano Andrea Pozzo fue el autor de un tratado sobre la teoría de la perspectiva. Fue invitado a resolver problemas. En la iglesia de San Ignacio de Loyola en Roma, se abrió un agujero en el techo: los patrocinadores de la construcción, la familia aristocrática de Ludovisi, no contribuyeron con la cantidad necesaria y la cúpula no se construyó.
Pozzo tomó un lienzo de 17 metros de diámetro y creó la ilusión de una cúpula sobre él. Esta obra de Pozzo se considera una de las obras maestras de la pintura en perspectiva, y el propio artista se llama "perspectiva de Miguel Ángel".
(Andrea Pozzo, llamado el padre Pozzo; Trento, 1642 - Viena, 1709) Pintor y arquitecto italiano. Fue uno de los más brillantes representantes del arte de las arquitecturas fingidas en el barroco. Pintó la bóveda de la iglesia de San Ignacio en Roma (1685-1694), de efectos ópticos particularmente sorprendentes. Desde 1702 trabajó en Viena decorando la iglesia de los Jesuitas, orden a la que pertenecía, y el palacio de Liechtenstein. Escribió el tratado Perspectiva de pintores y arquitectos (1693).
Detalle de un Autorretrato de Andrea Pozzo
Desde muy joven se apasionó por la pintura y por la arquitectura; tras unos años de práctica, bajo la influencia de los maestros lombardos y venecianos, logró gran habilidad en el dibujo y el colorido. A los veintitrés años manifestó deseos de entrar en la orden de los Jesuitas. Se hizo hermano de la Compañía en Milán en 1665. Pudo, con todo, continuar ejerciendo su afición pictórica en las iglesias de la Orden.
En 1679 se encontraba en Mondovi, adonde fue llamado para pintar los frescos de la iglesia de los jesuitas. Esta obra le dio a conocer como creador de extravagantes perspectivas y de ricas decoraciones que guardan relación con el gusto pomposo y recargado del siglo. Exuberante y cordial por temperamento, Andrea Pozzo ponía gran fantasía en sus obras.
La fama de éstas llegó a Roma, adonde le llamó, en 1681, el padre Oliva para que continuara pintando frescos en importantes templos. Permaneció en Roma durante muchos años y allí desarrolló un intenso trabajo, volviendo a aquella ciudad después de algunas estancias en otras ciudades italianas como Arezzo, Módena, Ascoli y Génova, donde dejó muestras de su especial habilidad en la perspectiva. Su más vasta obra ha quedado en la iglesia de San Ignacio de Roma, en cuya bóveda pintó la Apoteosis de San Ignacio, fresco en que exaltó la labor evangelizadora de San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja y otras figuras de la Compañía de Jesús.
La fama de su talento traspasó las fronteras y le fueron encargados proyectos para países extranjeros. A los sesenta años aceptó la invitación del emperador Leopoldo I de Austria para que fuera a Viena; allí decoró el Palacio Liechtenstein. Murió siete años después de su llegada a Austria, y fue honrado dignamente por aquella corte.
Techo de la iglesia de San Ignacio (Roma)
Andrea Pozzo había dedicado al emperador Leopoldo I de Austria su tratado de Perspectiva de pintores y arquitectos, publicado en parte en 1693 y en parte en 1698. El tratado consta de más de doscientas láminas finamente grabadas, con texto explicativo al lado, y que enseñan prácticamente a dibujar con perspectiva, desde varios puntos de vista, elementos arquitectónicos y edificios, desde los más simples y esquemáticos a los más difíciles y complejos.
La primera parte de la obra explica los fundamentos de la perspectiva, y muestra el sistema de representar según sus reglas los elementos de los distintos órdenes clásicos, las partes de las construcciones, los aparatos arquitectónicos para las solemnidades religiosas, teatros, cúpulas y sofitos. La segunda parte aplica un método más expeditivo, usado por el autor para la representación en perspectiva de arcos, teatros, cúpulas, altares, escalinatas, iglesias circulares y longitudinales, colegios, fortificaciones y demás.
El libro, que termina con una breve instrucción sobre la técnica del fresco, es, en su estructura de "Gradus ad Parnassum", para el especial uso de los decoradores de frescos, un característico documento de la fantasía arquitectónica barrocamente caprichosa de Pozzo (que había de encontrar más tarde la severa condena de los críticos neoclásicos) y sobre todo de su excepcional virtuosismo de la perspectiva. Fruto de la edad madura del autor, que en las aéreas pinturas de la iglesia de San Ignacio de Roma llegó a uno de los puntos más altos de la pintura decorativa e ilusionista del siglo XVII, esta obra fue de gran utilidad a los pintores de perspectiva y "cuadraturistas" del siglo XVIII, y tuvo rápida fama en Europa, según demuestran sus numerosas ediciones, incluso en alemán e inglés.
Y algunas obras más de Pozzo